Epílogo
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POR ÚLTIMO, se dará cuenta a continuación de cómo ha surgido esta obra.
Cuando el Mayor arrepentido, hubo retornado y hubo recibido el perdón de Dios por todo cuanto había pecado contra El, los Menores sabían que su Padre encomendaría a su hijo mayor la tarea de comunicar a los seres humanos las verdades que a través de los siglos habían sido tergiversadas y retenidas: La verdad sobre la creación de los seres humanos, la verdad de cómo Dios, por la súplica de algunos de los Mayores, dió vida espiritual al Doble astral del ser humano, gracias a lo cual el espíritu humano fue hecho partícipe de la vida eterna; y la verdad de cómo el mayor de los Menores voluntariamente se encargó de la conducción de la humanidad hacia el común Hogar Paterno.
Los Menores sabían que la tarea encomendada a su hermano mayor habría de ser muy difícil, casi imposible de cumplir para él si ellos no le prestaban toda la ayuda posible. Cristo y los que habían colaborado en la liberación de los espíritus atados a la Tierra, y en la liberación del Mayor del poder de las Tinieblas, acordaron por lo tanto dirigirse a su Padre para obtener el permiso para alentar y ayudar a su hermano en su rendición de cuentas ante los seres humanos. En el acto Dios les concedió el permiso deseado y prometió además ser el Guía Supremo de la labor, y prometió también ayudarlos a vencer todas las grandes dificultades que se les presentasen en la ejecución de esta Obra de Amor.
Con el asentimiento de Dios se dirigieron luego al círculo espiritista, cuyos pocos miembros* unos años antes del retorno del Mayor habían recibido con comprensión y confianza a Cristo y a los que lo acompañaban, cuando éste en su búsqueda* de ayudantes terrestres se había dirigido al círculo y había establecido contacto con el mismo.
Durante el año concedido al Mayor como un tiempo completo de reposo, Cristo y sus acompañantes dirigieron a algunos de los miembros del círculo ocupados de la investigación psíquica, hacia algunos de los muchos interrogantes que debían ser esclarecidos por los claros rayos de la verdad. Era preciso pues, preparar a los participantes de las sesiones para su encuentro con el Mayor, especialmente para que la médium que servía de intermediario, no se mostrara incomprensiva o se resistiera a aceptar los Mensajes que contradecían las tradiciones bíblicas y los dogmas eclesiásticos, ya que es totalmente imposible crear una colaboración efectiva, si un médium rechaza y siente animosidad hacia las manifestaciones espirituales; en cambio, cuanto mayor es la comprensión y la buena disposición de los seres humanos, tanto más fácil es, a través de la inspiración de los espíritus y la intuición de los médiums, tranferir con exactitud las verdades espirituales al plano terrestre.
Los participantes del círculo debieron prometer no escribir las respuestas a las preguntas formuladas; empero, al mismo tiempo les fue prometido que posteriormente de parte del mundo suprasensible les serían devueltas todas sus preguntas, puestas en un orden determinado y acompañadas de respuestas mucho más flúidas y coherentes, las cuales entonces podrían ser escritas conforme fueran surgiendo durante las sesiones.
A grandes rasgos, Cristo y sus acompañantes lograron dar a sus ayudantes terrestres una clara síntesis sobre la creación de los seres humanos, de la labor de los Menores y de la liberación del Mayor.
Cuando Dios, al aniversario del retorno del Mayor, le pidió* a éste que revelase a los seres humanos lo que había pecado contra ellos, y que tratase por medio de informaciones y declaraciones veraces, de ser perdonado por ellos, Cristo le entregó al Mayor las preguntas que él, sus hermanos y hermanas durante ese año transcurrido habían
contestado en las sesiones con sus ayudantes terrestres*. Luego fue tarea del Mayor ordenarlas y basándose en ellas, redactar una respuesta coherente y sucesiva.
Acompañado de algunos de sus hermanos y hermanas, el Mayor se presentó, invisible, ante los miembros terrestres del círculo presentes en la sesión. Para ser reconocido y aceptado como quien era en verdad, se identificó como Ardor, sinónimo aproximado de Lucifer, puesto que deseaba llevar en su confesión un nombre que no fuese temido y difamado por los seres humanos.
Desde la primera sesión el 3 de marzo de 1913, que cayó en el aniversario del retorno de Ardor, fue establecida una colaboración de confianza y comprensión entre Ardor, los Menores que habían prometido apoyarlo, y los ayudantes terrestres.
Por la intuición de la médium, los pensamientos inspiradores de Ardor fueron transformados en palabras y frases, las que a su vez, fueron escritas por un participante de la sesión, tan rápido como la médium recitaba lo que era comunicado desde el mundo suprasensible.
Las sesiones* fueron celebradas una vez por semana. Cada sesión duró unos 45 minutos, a veces un poco más, a veces un poco menos. Tras una pausa prolongada* durante los meses de junio, julio, agosto y septiembre, las sesiones fueron reanudadas con mayor asiduidad, celebrándose normalmente 3 sesiones en el curso de 2 semanas hasta la víspera del año nuevo 1914, después de lo cual fueron reducidas otra vez a una por semana hasta que terminaron el 3 de febrero de 1914, día en que fue escrita la última parte del Relato.
A pesar de los grandes preparativos hechos por los Menores durante el año de reposo de Ardor, se le presentaron a éste muchas y grandes dificultades en el cumplimiento de su labor, puesto que él, quien durante millones de años había ejercido su influencia sobre los seres humanos valiéndose de la fuerza de atracción magnética de las Tinieblas, le fue sumamente difícil en tan corto tiempo después de su liberación, emplear satisfactoriamente las radiaciones de la Luz. Mas también en eso lo apoyaron los Menores, haciendo que los pensamientos de él, que habrían de ser transferidos por la médium, pasaran por las olas lumínicas de sus propios cuerpos espirituales, intensificándolos y facilitando su comprensión. En los pasajes del Relato en los que Dios habla a los Menores o a Cristo, se ofreció uno de los Menores para asistir y ayudar a Ardor; no obstante, esto no debe entenderse como si Dios literalmente hubiese pronunciado precisamente aquellas palabras. Lo que se dice es la quinta esencia de los Pensamientos y Palabras de Dios, transformados a un idioma terrestre para que el pensamiento y la comprensión humana tengan acceso a lo que aconteció en tiempos pasados en el mundo suprasensible. Asimismo, Cristo estuvo presente cuando fue descrita su vida terrestre como Jesús de Nazaret para evitar que surgieran inexactitudes. Sobre todo esta parte del Relato, le fue muy difícil a Ardor, ya que se sintió muy abrumado y contrito al recordar los obstáculos que había puesto en el camino de su hermano menor mientras éste caminaba entre los seres humanos como Jesús de Nazaret. Por eso, los pensamientos de Ardor a veces fueron algo confusos, pero con la ayuda de Cristo logró comunicar también esta parte del Relato en plena conformidad con la verdad.
Aunque los Menores de este modo hicieron todo lo posible para ayudar a Ardor, el profundo dolor de él, su arrepentimiento y su desesperación muchas veces hicieron muy difícil para la médium seguir la secuencia de la reproducción, por lo que no todo fue transferido con igual claridad y continuidad. Mas, cuando todas las preguntas estuvieron encadenadas y contestadas, resultó que la mayor parte había resultado mucho mejor de lo que se había esperado, si bien hubo algunos pasajes débiles en la contestación recopilada, por ej. palabras que no cubrían con exactitud el pensamiento expresado por Ardor, algunas frases vagas y algunas respuestas que en la reproducción de la médium habian quedado condensadas demasiado como para dar una idea completa de lo notificado. También fue comprobada entre las muchas indicaciones de tiempo, una absoluta inexactitud, ya que un período que debería haberse indicado como «miles de años», la médium lo entendió erróneamente como una eternidad temporal, unos 3 millones de años, lo que proporcionó una idea totalmente incomprensible del curso del tiempo.
Por malentendidos de la médium surgieron también en algunos lugares menores inexactitudes, pero éstas fueron señaladas enseguida desde el mundo suprasensible y luego corregidas.
Pero en general, los puntos débiles del Relato han de ser atribuídos a Ardor mismo, ya que él, aparte de las referidas dificultades al ponerse en contacto con la médium vía las olas lumínicas del Éter, también tenía que superar su honda congoja por los recuerdos que lo invadieron durante las informaciones.
Algún tiempo después de haber sido iniciado el Relato, el Guía espiritual preguntó si alguien de los miembros del círculo, basándose en las informaciones de Ardor, estaba dispuesto de encargarse de la estructuración de lo dado, en caso de que Ardor no fuese capaz de formar sus pensamientos tan claramente que sus informaciones constituyesen un todo consistente y coherente.
Cuando el Relato estuvo terminado y el Guía indicó a la médium y a uno de los participantes los puntos débiles del Relato, éstos no se sintieron en condiciones de modificar ni mejorar las partes menos perfectas, y por eso Dios permitió a Ardor que éste, tras unos seis meses de reposo, hiciese él mismo las modificaciones deseadas, lo que tuvo lugar de manera que: la médium releyó lentamente el Relato varias veces en presencia de Ardor y un par de los Menores, cambiando algunas palabras por otras más apropiadas, modificando varias frases de modo que quedaran más claras y explícitas e insertando unos cuantos trozos de 3-7 líneas en los puntos en que el Relato había quedado demasiado condensado en la reproducción.
Como la relación entre Jesús y la humanidad doliente y afligida, según Ardor no había sido ilustrada suficientemente mediante las preguntas hechas por los mismos miembros del círculo, también obtuvo él permiso adicional para insertar, durante una sesión celebrada posteriormente, el Capítulo 18, - un ejemplo entre muchos otros que no ha llegado al conocimiento de los seres humanos a través de los Evangelios.
Así revisada la autoconfesión de Ardor, en todos los aspectos se presenta en estricta concordancia con la verdad y los acontecimientos reales.
Como Cristo en sesiones anteriores había acostumbrado a la médium a reproducir sus pensamientos en la forma por él deseada, en parte, a través de las contestaciones a diferentes preguntas, en parte, a través de las parábolas* comunicadas, hubiera sido una lastimosa pérdida de tiempo celebrar sesiones preparatorias para dar a los ayudantes terrestres algún conocimiento del contenido de su Exhortación a los seres humanos. Sin embargo, para crear de todos modos una perfecta colaboración entre la inspiración mental de Cristo y la capacidad intuitiva de la médium, ésta obtuvo permiso de liberar* su Yo espiritual durante el sueño nocturno del cuerpo físico, para familiarizarse con los diferentes pasajes de la Exhortación. Así le fue más fácil al espíritu de la médium influir durante las sesiones en su cerebro físico, de manera que los pensamientos de Cristo fuesen reproducidos más rápido y claros de lo que de otro modo hubiese sido el caso.
Al repaso de la Exhortación, y a petición de algunos miembros del círculo, unas cuantas palabras fueron sustituidas por otras que expresaban mejor el pensamiento que estaba tras la palabra. Por ej. «Enderezad vuestra voluntad» fue sustituido por: Fortaleced vuestra voluntad; «repugnante» por impuro, «inevitable» por invariable; también fueron insertadas, por deseo de Cristo, un par de frases que a causa del cansancio de la médium durante la reproducción, no había alcanzado a pasar por el cerebro físico.
La Exhortación fue iniciada durante una sesión celebrada el 10 de febrero de 1914, y continuada con una sesión por semana hasta su culminación el 14 de abril de 1914.
En la reproducción de la Exhortación del Siervo de Dios, la médium entendió nuevamente un período muy largo como una eternidad temporal, lo que fue corregido desde el mundo suprasensible por «muchos tiempos». Lo demás fue reproducido clara y correctamente. También en este caso, la médium fue familiarizada con el contenido de la Exhortación mientras su Yo espiritual estuvo liberado durante el sueño*.
La Exhortación surgió durante una sesión celebrada el 27 de octubre de 1914.
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